EL SOL NACIENTE. UN NUEVO AMANECER
Tras desprenderse del anillo, los vaqueros y de Marcos, Alejandra se mira en el espejo.
Todo final es el inicio de un nuevo comienzo. Es perfectamente consciente de que, a partir de ese mismo momento, su vida cambiará. Ha conseguido desarraigarse y romper vínculos emocionales con una persona que, si bien la acompañaba en su camino vital, la hacía sentir sola. Es curioso cómo, a veces, nos podemos sentir tan solos estando rodeados de gente. Aunque debo decir que, este sentimiento o sensación solamente aflora cuando no sentimos conexión con el otro. Conexión que permite prender la llama, mantener viva la esencia de uno mismo, siendo capaz inclusive de nutrirse de la energía del otro, gracias como no, al poderoso efecto de la complementariedad.
Alejandra se vuelve a mirar en el espejo, su reflejo muestra una expresividad un tanto apagada, ¿Dónde está la mujer extrovertida, que sabe ver el lado bueno de las cosas? Posiblemente, se ha escondido entre millones de células nerviosas revoloteadas como el patio de un colegio en pleno reparto de caramelos.
Se siente perdida, ¿ha tomado la decisión correcta? Momento en el que aflora la emoción madre: la culpa. Culpa por lo que pudo ser y no fue, culpa por hacer las cosas a su manera, culpa por la imposibilidad de poder controlar al otro…
Días grises, nublados. El Sol está, pero es imperceptible. Su poder y su potencial llevan a Alejandra a fruncir el ceño, a forzar su capacidad de visión… Dolor de cabeza, lluvias inesperadas. Tormentas desagradables.
Entiende la importancia del vaivén emocional como entiende el poder de la naturaleza. Sabe que las tormentas, a pesar de todo, limpian…
Desconectarse de su compañero de viaje la lleva a cuestionarse un sinfín de afirmaciones en las que ha vivido sumida durante sus 28 años de vida. “Una relación es para siempre”; “las medias naranjas existen”; “quién bien de quiere, te hará llorar”.
¿Qué es para siempre? ¿Realmente existe el futuro? Realmente no estamos nunca viviendo en él, porque el futuro de hoy será el hoy de mañana. ¿Las medias naranjas existen? Pero si nacemos solos… somos una naranja entera. ¿Quién te quiere, te hará llorar? Vale, espero, pero que, si es así, sea de la risa, y que, si esta risa viene acompañada de agujetas en la tripa de tanto reír, bienvenidas sean.
Parada, frente al espejo, reconoce: vacío interno, vínculos emocionales rotos, necesidad de recomponer el puzle, con las piezas necesarias. Su puzle, su historia, su vida.
Raquel García Bayarri
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Complementariedad: dejemos que todo fluya y que nada influya