El otro día, viendo un reciente documental, el cual describía todos esos cambios que han acontecido con la aparición de la tecnología punta… me dio para darle un poco a la reflexión.
En los 2000, atípica era la persona que, viajando a París, no se tomase una instantánea frente a la Torre Eiffel.
Lo mismo con Pisa…
Bien, hoy en día, no es motivo suficiente el recorrer miles de kilómetros con tal de MOSTRAR aquello que QUEREMOS mostrar.
Queremos (en mayúscula), porque (se supone), reside la voluntad de hacerlo.
Hoy, a 2022, 20 años puede suponer un suspiro, sí, pero, a nivel tecnológico, dos décadas suponen un enorme cambio.
Tomen nota: sí, hoy, un día cualquiera, no necesitamos movernos del sofá para MOSTRAR, EXHIBIR todo aquello que queremos MOSTRAR.
“La madalena del desayuno, el muffin inglés, el cup cake americano receta propia…
La serie que estamos viendo en la actualidad
El cubata descompensado
El deporte realizado
La compañía
La risa”
…
Y así, un sinfín.
Pero valga decir que, el exhibicionismo en redes (desde mi perspectiva), no es más que el síntoma de una sociedad (enferma), la cual intenta parchear pequeña o gran carencia a base de chorreones de dopamina.
En la era psicológica de las terapias de tercera generación, en las que se indaga el poder reencontrarnos con nosotros mismos, en las que se aprecia y valora el silencio, la autoconciencia emocional, y corporal…son muchas las personas que, movidas por el impulso social y el secuestro amigdalar, deciden, con o sin voluntad, rendirle pleitesía a la aceptación externa con un movimiento tan simple como complejo, centrado en…
EXHIBIR cada sorbo de vida
Vincular la intimidad solamente con la sexualidad.
Por Raquel García Bayarri, psicóloga