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Las ruinas como fortaleza física… y emocional (autoayuda)

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LAS RUINAS COMO FORTALEZA FÍSICA… Y EMOCIONAL

El Coliseo de Roma, el Anfiteatro de Tarragona, la ciudad de Pompeya, el Castillo del Papa Luna en Peñíscola…

Grandes eslabones de la historia del mundo, de los que, a día de hoy, solo permanecen las ruinas de la grandiosidad que un día fue.

De las batallas vividas, de las historias de cada persona sitiada en dichos espacios. Cada historia, única, diferente, individual, con sus más, con sus menos, con un torrente emocional desprendido por las guerras y los combates que fueron vividos desde el terror, desde la amenaza…

Y hoy, en pleno siglo XXI, echando la vista atrás, podemos imaginar toda la grandiosidad de lo que, a día de hoy, solo quedan residuos. Las ruinas de la voluptuosidad de todo aquello que generaba emociones:

Miedo, angustia, tragedias, en el Coliseo…

Amenaza, descanso, en la ciudad de Peñíscola…

Amores, alegrías, tristezas y penas, en la ciudad de Pompeya…

Así como lo que en su día fue, y que ya no es, puede que nos paremos frente al espejo y observemos las ruinas de lo que un día fuimos, porque el mundo no es siempre una maravilla, porque a veces las cosas nos salen mal, porque podemos echar la vista atrás y tirar de recuerdo, y rescatar eso que formaba parte de nosotros y que en algún momento se perdió.

Ilusión, esperanza… ¿en tiempos de pandemia? Es posible, porque lo maravilloso de las ruinas es que proyectan la gran fortaleza que en su momento fue, y como no, rescatando la esperanza e ilusión, volverá a ser.

Un país en ruinas, azotado por una pandemia mundial: rescatemos de nuestra memoria años de gloria, historias vividas con ilusión: falles al calor del foc, pascua envuelta de muchas torrijas en buena compañía; navidades en familia, turrones compartidos…

Construyamos partiendo de unas ruinas que, muy pronto, serán una GRAN FORTALEZA.

Por Raquel García Bayarri, psicóloga