De lo malo, lo bueno…
Levantarse un domingo, mirar por la ventana y confirmar lo que tus oídos ya habían anticipado: llueve.
Felices los domingos preludio de la primavera, con el sol irradiando y proyectando en cada poro de la piel. Café en una terraza, vino o cualquier otra bebida que sirva de excusa para poder estar con quién (como el Sol) ejerce de vitamina.
Pero levantarse un domingo, mirar por la ventana y confirmar la lluvia, supone un “romper los planes” previstos. Que incomodidad para nosotros los humanos, el hecho de tener que modificar un plan por sucesos externos a nuestro control.
“No puedo salir a correr, porque llueve”
“¿Con este tiempo? No puedo quedar…”
“¿Domingo de lluvia? Debo estudiar…”
Así, con muchos “debo”; “quiero”, y “no puedo”, pasan los días, siendo vividos desde la excusa y no desde las ganas.
Porque la lluvia es agua, no ácido.
Porque existen los paraguas.
Porque existen los días libres de obligaciones e imposiciones.
Haz lo que te nazca, lo que sientas, lo que te apetezca, y no te dejes “amedrentar” por excusas que, si hoy las escuchas, mañana tomarán el control de tu vida.
Porque la vida debería ser vivida desde la libertad, las ganas, la ilusión y el impulso.
Si decides quedarte en casa porque así lo sientes, maravilloso.
Si decides quedarte en casa porque tus planes se “han chafado”, revisa qué papel ejerces en tu historia (protagonista, actor secundario o simplemente, un extra).
Los domingos de café, chocolate caliente, mantas enredadas entre manos, piernas y películas de fondo, cuyo fondo es el de las gotas de lluvia repicando en el alféizar de la ventana, son de notable alto. Pero recuerda, siempre y cuando sean vividos desde el deseo, no desde la fuente de la excusa y la desgana.
Por esto y todo, haz de lo malo, algo bueno.
Feliz decisión.
Por Raquel García Bayarri, psicóloga