ASÍ COMO LA LUNA…
Así como la Luna, las personas también pasamos por una serie de fases. En el ser humano, podría catalogar estas fases como etapas, o incluso, aventurarme a etiquetarlas como estados de ánimo.
Porque como la Luna, unos días estamos más llenos, en cambio, otros días, nos sentimos más vacíos de lo normal.
Y está permitido.
Y es válido.
Porque está bien no poder con todo.
Porque muchas veces la mochila pesa, y duele.
Y qué decir, si duele, es porque algo sucede dentro de nosotros.
La carga es soportable, pero dolorosa, hasta el punto de quedarnos a mitad, como la Luna Menguante. Es en ese preciso instante cuando, deberíamos activar el chip “alarma” para intentar buscar el medio con el que transformar dicho vacío en plenitud.
Y no intentar sentirnos llenos parcheando emociones.
Y no llenarnos ignorando sentimientos.
Para llegar a sentirnos llenos, primero, posiblemente, deberíamos experimentar el vacío más incómodo y desolador posible.
De tal modo que, quedando libres de toda emoción positiva, apuntaríamos “Diana” con el fin de reprogramarnos y sentir y actuar con la única intención de estar en paz, equilibrio y armonía con lo que somos.
Vacíos de alegría y llenos de tristeza y apatía, proyectar dicha ausencia de plenitud en forma de objetivo base para, como la LUNA NUEVA, obrar una nueva fase.
Por Raquel García Bayarri, psicóloga