Qué alegría más tonta…
Qué alegría más tonta, los viernes de mañanas soleadas y noches húmedas.
Efecto inmediato de la brisa marina, del salado mar mediterráneo.
Qué alegría, los viernes de festival, verano y feria.
De sonrisas locas, de locas risas y de instantes coronados por lo maravilloso de sentirse feliz haciendo lo que una hace, o deja de hacer.
Maravillosas las mañanas con los amaneceres dorados, y anaranjados; los mediodías calurosos, con el viento soplando a favor (o en contra), izando la vela, para llegar a buen puerto.
Estupendas las tardes de resaca, de rodajas de sandía, de mojitos, y margaritas.
De cocina fría, de aroma a cilantro, menta y hierbabuena.
…Olor a verano.
Qué alegría más tonta, poder contar con lujo de detalle cualquier sutileza con el fin de subir el ánimo de aquel que le dio la vuelta a la moneda (apuntando hacia la mala suerte).
Darle la vuelta, izar la vela con el viento a favor.
Pero, si de repente, el sentido del mismo se torna en contra, saber que la alegría fue tonta, pero fue real.
Y maravillosa.
Y estupenda.
Como el primer baño (compartido) a media noche en la piscina.
Como el primer vuelo en helicóptero.
De genialidades va la vida.
Y en serio te digo, tomarlo todo menos en serio.
Por Raquel García Bayarri, psicóloga