Queda claro que, como personas y seres sociales que somos, no existe la perfección, todos presentamos aspectos de nuestra conducta o personalidad que podemos mejorar. No obstante, biológicamente, el ser humano es una “máquina” realmente perfecta, cuyos ensamblajes y neuronas, hormonas, péptidos…cumplen una función vital y necesaria para el regular funcionamiento de nuestro cuerpo. Ahora… siendo el sistema bioquímico perfecto en cuanto a la función que cumple, ¿qué podemos decir del hambre fisiológica? Si bien la función principal del hambre fisiológica es la de nutrir nuestro ser y aportar la energía necesaria para el correcto funcionamiento de nuestro sistema, podríamos decir o, incluso concluir, que el hambre fisiológica forma parte de esta “perfección” biológica. Pero… ¿Qué sucede con el hambre emocional? El hambre o el comer emocional está ampliamente vinculado con el comer guiado por una serie de emociones, normalmente negativas, como, por ejemplo, la ansiedad, el estrés, los nervios, el miedo…Esto formaría parte del “error”, o de nuestra “imperfección”: sucumbir al placer inmediato que generan los alimentos, normalmente los altamente apetecibles.
Bien, dicho todo lo anterior, planteo una cuestión: ¿no sería posible hablar del hambre emocional desde el equilibrio? Es decir, ¿el hambre emocional siempre debe estar regido por la presencia de emociones negativas?, ¿no podemos experimentar hambre emocional y al mismo tiempo sentir placer?
Considero que el mismo acto de comer, como seres hedónicos que somos, nos puede llevar a experimentar emociones placenteras, dicho de otra forma, ¿es incompatible el hambre fisiológica y el hambre emocional? En el caso del hambre fisiológica, la presencia de la hormona grelina lleva al cuerpo a un estado de necesidad de energía, por ende, éste “pide” alimento, siendo entonces una necesidad puramente fisiológica, pero… en presencia del hambre real… ¿se puede experimentar hambre emocional? Afirmo: SÍ se puede experimentar hambre emocional. ¿Por qué muchas veces se consideran dos parcelas independientes, y con una elevada carga negativa vertida en la segunda? El comer guiados por las emociones existe, somos humanos, no PERFECTOS, pero si parte de la imperfección sería poder comer un alimento, experimentando el placer del mismo acto de comer… bienvenida sea la imperfección.
Conclusión: seamos imperfectos, disfrutemos del alimento, sea en estado de hambre puramente fisiológica o desde la emoción (positiva o negativa) que nos genera el acto de comer.
P.D: Dedicado a todxs lxs valientes que están luchando día a día por superar una relación enredada y complicada con la comida.
Por Raquel García Bayarri – psicóloga